Para muchos padres, los relojes inteligentes para niños ofrecen tranquilidad: rastrean la ubicación y permiten realizar llamadas rápidas. Pero en China, estos dispositivos, en particular los fabricados por Little Genius (Xiaotiancai), se han convertido en el centro de una competencia social implacable entre niños de hasta cinco años. Los relojes no se tratan sólo de seguridad; se trata de estado.
El auge de la economía similar
Lanzados en 2015, los relojes Little Genius ahora dominan el mercado mundial de relojes inteligentes para niños y representan casi la mitad de todas las ventas. La plataforma gamifica casi todos los aspectos de la vida social de un niño. Los me gusta funcionan como moneda y los niños pueden cambiarlos por bocadillos, juegos y posición social. El sistema está diseñado para fomentar la reciprocidad: enviar Me gusta, recibir Me gusta.
Esto ha creado una economía extraña pero próspera. Algunos niños usan robots para inflar sus recuentos de me gusta, mientras que otros piratean los relojes para engañar a sus rivales o incluso encontrar parejas románticas. Una joven de 18 años dijo a los medios chinos que conoció a sus tres novios a través de la plataforma, solo para dejar a dos de ellos después de que le solicitaron fotos inapropiadas. El reloj se ha convertido en un atajo a la vida social, pero profundamente transaccional.
La jerarquía de los me gusta
El sistema de clasificación de Little Genius incentiva a los niños a maximizar sus amigos de “alto nivel”, aquellos que pueden enviar más Me gusta por día. Los niños de menor estatus son presionados a participar en travesuras competitivas para evitar que sus compañeros más populares los abandonen. Como dice una consultora, Ivy Yang, el reloj crea “todo un mundo”, pero en el que la amistad se mercantiliza.
Trucos de interacción y el comercio de bots
La presión competitiva ha generado un mercado negro de trucos de participación. Los tutoriales en plataformas como RedNote (Xiaohongshu) muestran a los usuarios cómo eludir los límites diarios de me gusta. Algunos niños incluso venden sus cuentas antiguas o bots que envían Me gusta automáticamente. Según se informa, un joven de 17 años con más de 2 millones de Me gusta ganó 8.000 dólares en un año vendiendo estos servicios antes de abandonar la plataforma después de ciberacoso y peleas en línea.
La tendencia subyacente es clara: en China, incluso la vida social infantil se está cuantificando, optimizando y monetizando. Esto plantea dudas sobre los efectos a largo plazo en el desarrollo social de los niños y si la búsqueda incesante de la validación digital podría eclipsar las relaciones genuinas.
El caso de Little Genius demuestra con qué facilidad se puede convertir la tecnología en un juego de estatus, convirtiendo a los niños en usuarios, las métricas en moneda y la amistad en una transacción.




















